¿Realmente, compramos carne cuando compramos carne?

Más allá de si decidimos comer carne o no, antes hemos de preguntarnos si realmente lo que compramos en el súper es carne real.

Puede parecer obvio, pero no lo es. Sobre todo si vamos a la sección de productos envasados. Ahí nos podríamos perder si no prestamos atención a lo que pone en las etiquetas. Por ejemplo, si queremos unas hamburguesas de vacuno/pollo, no siempre indica en el etiquetado “hamburguesa de carne de….”. En muchas ocasiones veremos que reseñan palabras como: “preparado de vacuno”, “al estilo a la parrilla”, “preparado tipo picada”, etc. 

Pues bien, esto no es carne, sino productos completamente procesados, con un pequeño % de carne y el resto, almidones, nitratos, féculas, pan, glutamato monosódico, azúcares, polifosfatos, emulsionantes, conservantes, colorantes y condimentos que la hacen atractiva al paladar a un precio bastante más económico. Son mezclas permitidas y aptas para su consumo (sino, no pasarían los debidos controles de calidad) pero con tantas “cosas extras” que no son carne, y lo convierten en productos de baja calidad (tanto en materias primas como nutricionalmente hablando).

El ejemplo de las hamburguesas, carne picada, albóndigas, etc… es donde más difícil nos resulta identificar estos matices, porque ya se encarga la industria cárnica de no ponerlo fácil de cara al consumidor final. Cuidan perfectamente el envasado y la apariencia para que ni te cuestiones lo que compras. Pero te propongo que la próxima vez que vayas al súper a por tus hamburguesas, te detengas en revisar la etiqueta  ¡Verás qué sorpresa te vas a llevar!

Recuerda que cuando compramos algo con una denominación concreta, la etiqueta ha de dejar bien claro que es “eso” lo que estamos buscando y no otra cosa. Sospecha de envases con mensajes reclamo, precios especialmente económicos para el producto que se supone que adquieres o formatos y colores muy asociados a “lo natural”, “verdes”, etc… Suelen esconder que realmente no es lo que aparentan ser 100%. 

Y ahora puedes pensar…”¿Y qué ocurre si realmente estoy comprando unas hamburguesas de carne de vacuno que realmente no lo son 100%? Son comestibles igual y están buenas!” Por descontado que lo son. Como decíamos antes, afortunadamente, todo producto alimenticio pasa controles muy estrictos de calidad avalados por normativas europeas, y si no fueran aptos para consumo humano no se comercializarían. Pero si vamos un poco más allá, por un lado, habría una publicidad engañosa y por otro lado, está más que demostrado que la carne procesada tiene innumerables efectos negativos en la salud. Sobre todo por la cantidad de aditivos y los peligrosísimos nitritos y nitratos que pueden derivar en la formación de unos compuestos llamados nitrosaminas (derivados de cambios en la temperatura o PH del producto). Compuestos altamente cancerígenos.  Al igual que un elevado consumo de carne procesada, también eleva el % de sufrir enfermedades cardiovasculares y de diabetes tipo II. 

Hay estudios que indican que el consumo de 50gms/día de este tipo de productos, aumentaría en un 50% también dichos riesgos. Así como un aumento en un 18%  de padecer cáncer colorrectal. Y si contamos que la carne procesada viene a ser desde estas “hamburguesas” a productos en salazón, adobados, embutidos, fiambres, extractos y preparados para caldos, tripas, tocinos, etc….. ¿Cuánto crees que consumes al día o a la semana?  Desde el Método Naff te lanzamos esta reflexión.

Suscripción a la Newsletter

Información sobre el Reglamento General de Protección de Datos

Responsable: Mónica Sánchez, siendo la Finalidad: envío de mis publicaciones así como correos comerciales. La Legitimación: es gracias a tu consentimiento. Destinatarios: tus datos se encuentran alojados en mis plataformas de email marketing Active Campaign ubicada en EEUU y acogida al Privacy Shield. Podrás ejercer Tus Derechos de Acceso, Rectificación, Limitación o Suprimir tus datos en hola@quirokinediet.com. Para más información consulte nuestra política de privacidad.